“Non piangere”, “basta de lágrimas” en su traducción al español respetando la sonoridad del esdrújulo, son las primeras palabras de Artemisia, el libro de Anna Banti. A la vez biográfico y autobiográfico, escrito en 1944 en Florencia y destruido por un bombardeo, vuelto a escribir en 1947 desde el dolor de la pérdida de la primera versión, constituye una obra maestra de la literatura italiana del siglo XX. Artemisia es un relato a dos voces, desde la primera y la tercera persona, entrelazadas, y también una historia de redención y renacimiento, una historia sobre cómo de las rescoldos de un texto destruido surge una nueva obra que superpone dos tragedias separadas en el tiempo pero que intiman en el papel: la pintora del siglo XVII condenada a una vida de amargura y soledad y la escritora que en 1944 contempla su Florencia natal asolada por las llamas de los bombardeos alemanes. En palabras de Susan Sontag en su texto Un Destino Doble, Sobre Artemisia de Anna Banti, es “un libro como el Fénix, escrito con las cenizas de otro: esta novela es un tributo a la amargura y a la tenacidad; las de la niña desheredada de comienzos del siglo XVII que se convertirá, con todo en contra, en una pintora reconocida; las de la autora desheredada que escribirá una novela que sin duda es más original que la consumida por las llamas de la guerra. La pérdida ha liberado a la autora y la ha hecho entrar en el seno de la novela, dirigiéndose a sí misma y a Artemisia: No llores. [...] Es una relación de amor que aún falta por describir [...] Una autora que podría describirse como una suerte de amante es, inevitablemente, la que insiste en hacerse presente [...] El yo a menudo pertenece a Banti pero puede ser, en conmovedoras ocasiones narrativas, de Artemisia misma”. Así, en la voz de la propia Anna Banti en su Artemisia:
“Bajo los cascotes de mi casa he perdido a Artemisia, mi compañera de hace tres siglos, que respiraba tranquila, acostada por mí en cien páginas de escrito.”
Es por tanto un relato de voces dialógicas, de doble narrativa, tanto en el pasado como en el presente de la autora, un diálogo entre dos mujeres, entre dos creadoras que intentan sobreponerse al dolor del recuerdo desde la afirmación de su talento y sus vidas, un relato de la pasión de una escritora por su protagonista, como el Orlando de Virginia Woolf, una danza de la autora con su protagonista, y como La flor azul de Penelope Fitzgerald, un retrato de la evolución de la conciencia heroica, en este caso femenina:
“Atrapada en el tiempo y en el espacio como una semilla infértil, escucho un viejo murmullo, la respiración polvorienta de siglos, la nuestra y la de Artemisia combinadas”. (Anna Banti, op.cit.)
“Non piangere”, la exposición, parte de la obra de Artemisia Gentileschi pero recorriendo el libro de Anna Banti y el prólogo de Susan Sontag. Y los textos de Alexandra Lapierre, Mieke Bal, Mary D. Garrard, Linda Nochlin, Eve Straussman- Pflanzer, Maurizia Tazartes, Eva Menzio, Annemarie Sauzeau Boetti y Susan Vreeland, autoras que nos han dado visiones poliédricas de la obra de Artemisia Gentileschi y también del propio libro de Banti. Partiendo de los componentes autobiográficos, esa doble narrativa de la novela se trasluce también en la muestra, en la que a las obras de Artemisia y a su discurso autobiográfico, se superponen mujeres seguras, confiadas y fuertes, mujeres todas parte de mi biografía personal, la misma dualidad biográfica/ autobiográfica de la novela de Anna Banti, mujeres pertenecientes al mundo del arte que aparecen firmes delante de las obras y de las mujeres de Artemisia, algunas frágiles y vulnerables, como Susana y los viejos, o Ester ante Asuero, otras duras y victoriosas como Judith decapitando a Holofernes o Yael y Sisara, otras perdiendo la batalla, pero siempre decidiendo su propio camino, como Cleopatra o Lucrecia, protagonistas exclusivas incluso de su propia derrota.
“A través de Artemisia he podido darme cuenta de todas las formas, de todas las maneras en la pesadumbre de una pureza profanada puede expresarse a sí misma”. (Anna Banti, op.cit.)
Durante una investigación y documentación de más de una década, comenzada durante mi estancia como becario de la Real Academia de España en Roma en 2007, y un trabajo intensivo en el proyecto de más de 6 años, y al igual que Anna Banti filtra su propia vida a través de la obra de Artemisia yo he filtrado la mía, cediendo el protagonismo a las mujeres que la determinan. Así, todas las obras reflexionan de diferentes modos sobre la dualidad de la voz, sobre la autoría de unas obras que forman parte de una vida, sobre el pasado y el presente, y sobre lo femenino desde sus diferentes realidades, representaciones y perspectivas. Escribe Susan Sontag en su texto citado anteriormente: “Artemisia es una reflexión sobre la condición de ser mujer y destacar las normas del propio sexo [...] Como relato de las tribulaciones ejemplares que se siguen de ser independiente, artista y mujer, la novela de Banti también es ejemplar en su desesperación y su rebeldía”: de ese modo todas las mujeres representadas en la muestra son profesionales del ámbito del arte: artistas, galeristas, coleccionistas, historiadoras del arte, escritoras, críticas de arte, arquitectas, bailarinas y actrices. Además en este corpus principal de dibujos y pinturas hago hincapié en lo que Mieke Bal en su introducción a The Artemisia Files, Artemisia Gentileschi for Feminist and Other Thinking People llama la “profundamente meditativa, en ocasiones filosóficamente urgente, suspensión del flujo narrativo” tanto de la obra de Artemisia como en los retratos de unas mujeres que son representadas como ellas han decidido, sin ocultarse:
\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\"No había nada en ninguno de los lienzos que le hubiera gustado ocultar, ni se avergonzaba de estar así expuesta a través de su trabajo, por buena o mala que fuera, la esencia, el sabor único de los días en que había estado, felizmente absorta en recrear una cara o una prenda, en inventar una luz efectiva [...]“. (Anna Banti, op.cit.)
“Non piangere” es una muestra ambiciosa que se compone de dibujos, pinturas, vídeo e instalación, pero también de una publicación, prologada por Fernando Castro, que narra a modo de diario personal mi periplo en pos de las obras de Artemisia, a lo largo de más de 10 años y alrededor de todo el mundo, por colecciones, museos y sus almacenes. La exposición se inaugurará en la Galería Fernando Pradilla y en su Espacio Proyectos, ocupando las dos plantas de la galería, el 4 abril de 2020, exactamente el mismo día que la primera exposición individual de Artemisia Gentileschi en un museo de primer nivel, la National Gallery de Londres, y mostrando por fin el proyecto que más años me ha llevado en toda mi carrera:
“Ya no podré liberarme de Artemisia, esta acreedora es una conciencia puntillosa y obstinada a la que me acostumbro como a dormir en el suelo”. (Anna Banti, op.cit.)
Y Anna Banti nos cuenta en su Artemisia, concluyendo:
“Artemisia ya recita su lección para mi goce exclusivo; quiere demostrarme que cree en todo lo que he inventado...”
Juan Francisco Casas, Madrid, septiembre 2019
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